Devocional - 23 de marzo
Devocional
Serie “El silencio de Dios”
Cuarto Capítulo
Por Pastor Oscar Villalta.
Ester 4:1-2
1 Luego que supo Mardoqueo todo lo que se había hecho, rasgó sus vestidos, se vistió de cilicio y de ceniza, y se fue por la ciudad clamando con grande y amargo clamor. 2 Y vino hasta delante de la puerta del rey; pues no era lícito pasar adentro de la puerta del rey con vestido de cilicio. 3 Y en cada provincia y lugar donde el mandamiento del rey y su decreto llegaba, tenían los judíos gran luto, ayuno, lloro y lamentación; cilicio y ceniza era la cama de muchos.
En este capítulo vemos hasta donde tuvo alcance las consecuencias de no doblar rodillas ante la autoridad de Amán, este comportamiento de Mardoqueo le llevó a experimentar la ira del segundo después del rey Asuero. Entonces conociendo la resolución de Amán y del rey comienza a mandar los mensajes del edicto a todas sus provincias para así comenzar una cacería de Judios.
Ante este tipo de persecución nos encontramos todos los días de nuestra vida, ante un adversario que quiere destruirnos y devorarnos, es por eso que la palabra nos dice: “Por causa de ti somos muertos todo el tiempo; Somos contados como ovejas de matadero” Romanos 8:36. La pregunta es ¿Somos conscientes de que hay un adversario que quiere destruirnos?
Este adversario llamado Satán, quiere hacer que nuestras rodillas se doblen ante sus mandatos terrenales, placeres y pecados. Además quiere hacer caer no solo nuestra vida sino también la de nuestras familias y las personas que más amamos. Si tu eres consciente de esto, ¿que estás haciendo para mantenerte de pie ante los edictos del rey de las tinieblas?
La buena noticia es que hay una autoridad que está sobre todo poder natural y espiritual y ese es Jesús de Nazaret. El venció la muerte para darnos vida en abundancia, destruyó los argumentos del adversario y lo venció resucitando al tercer día.
Oremos juntos, Padre te alabamos y te glorificamos por tu amor y tu compasión por nosotros, gracias por tu victoria en la cruz que nos ha hecho salvos y justificados, gracias por pelear nuestras batallas, amen.